“Acoge el silencio, como guardián, como amigo, que la inseguridad y el miedo podrían escucharte. Entre tu piel y la muerte hay un íntimo lazo. En el pórtico de un mundo que no conoces, hay un deseo ferviente de que así siga.
En las brumas de mi alma, en los pantanos de mi razón, en la tundra de mi corazón, una florecilla, tímida y dudosa crece, un afecto que llena mi nada y satisface mi delirio.
Un suspiro toma su presa de paso a un razonamiento, en las profundidades de un bosque donde la muerte mora, un terror posesiona mi alma domesticando mi pensamiento.
Un gran dolor es gravado en mi persona, un dolor que se encarna en idea recurrente a una acción, mi piel se estremece, mis palabras se cuartean, mi valor se desmorona, mi ser quiebra.
“¿Dejarla ir?”.
Tengo un tesoro, pasando por mis cercanías, peligrando a cada paso en mi inhóspito, sombrío, fúnebre, decadente e involutivo mundo, “¿qué hace aquí?”.
martes, 16 de febrero de 2010
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