miércoles, 9 de junio de 2010

Cuando el coyote atrapó al correcaminos

Era una tarde calurosa, como siempre el triste y monótono Coyote esperaba su víctima de las cinco de la tarde. Aquella ave que velozmente recorría los caminos, esa misma que por más artilugios que compró, jamás atrapó.

Un día, sólo se paró enfrente de la carretera, y lo vio, a lo lejos, la estela de polvo se acercaba. Desganado, por cada día en su vida igual, sin dinero (cosa que no sé cómo sacaba, ni cómo se las vendían) para encargar algo, sólo se paró, era él, sólo él.

El sol castigaba su vista, la cual estaba enfocada a un solo objetivo, el único en su vida.
De repente, aquel bulto azul cayó al suelo, inmóvil, quizás de viejo, quizás de una enfermedad.

Y a recio comportamiento lo devoró, tan vacío como fue su meta. Plumas azules quedaron regadas, ¿qué sentía Coyote en aquel momento?, ¿felicidad?

El hueco en sus pasos se sincronizaba con su alma, ¿qué será de él?, su meta se había realizado, ¿ahora qué?

Coyote revocó su membrecía en ACME, de qué le servía, ¿para qué la usaría?, ya no había más correcaminos.

Sentado en medio del polvo, pensaba mientras miraba el horizonte árido, imaginaba con el “mic, mic”, alucinaba aquella estela que siempre miraba, pero… entonces miró las plumas que seguían donde mismo, y recordó, “ya no hay más correcaminos”

Una tarde, caminó hasta uno de los muchos abismos a los que había caído, y escribió un último letrero, “¿ahora qué?”, y se lanzó.

Cuando tocó fondo, recordó que él no perecería con aquello, y sólo se quedó quieto, inmóvil, simulando su muerte ya que, en aquella existencia infinita, era lo único que le quedaba, fingir.

1 comentario:

  1. jajajaja, perrisimo, se que no es cómico y lleva un trasfondo algo denso, pero esque ! que metafora, esta cura :3 me gustó

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