Un paso atrás de la cordura
“Aquel hombre se hace llamar Jack, cuando él me preguntó, ‘¿cuál es tu nombre?’ en verdad no supe decirle, en este mundo, de sombras y vestigios, un nombre no cabe, un ser, ni chistar, es algo triste, pero así es”.
“Los versos que a veces me recita Jack son algo deprimentes, gritos de un alma atrapada… encerrada que ha muerto en dolor”.
—cada noche, como dulces suspiros a mi alma, una brisa de húmedo viento entra por aquel vestigio de libertad, ese glorioso ventanal diminuto, aquel que me recuerda lo que un día perdí, mi libertad tan afamada, aquella que ahora niego y desconozco, que no recuerdo. Mi ser está fundido con esta celda, mis lágrimas se pierden en las oscuras noches, mis gritos de ira y tristeza desaparecen por el eterno tiempo, al igual que mis esperanzas mueren y me abandonan, esas misma que me arrebataron como mi dicha de vivir. ¡Oh, dulce ventana de mis sueños hacia la libertad!, o mejor diré: dulce recuerdo de mi libertad robada, dulce suplicio que me recuerdas cada noche, cada día por el resto de mi existencia sobre esta Tierra y quizás en otra, lo desdichado que soy, la miseria en la que he caído, la vida que desde hace años sigo y que doy por perdida… la vida de un prisionero, la vida de alguien al que la libertad y el alma se le fueron arrebatados, alguien que la sonrisa ha matado y la esperanza ha echado, alguien que ahora es parte de esta celda, como esa ventana de las pesadillas que tanto adoro, que tanto aborrezco… como esa puerta que está sellada y que nunca se abrirá para mí, aquella que es parte de mi ser, parte de mi todo, parte de mi nuevo mundo.
“Un constante recordatorio de que estoy atrapado, me lo recalca en cara, me recuerda que falleceré en este lugar, que moriré sin recordar quién soy.”
—dime Jack, ¿crees que si una persona pasa tanto tiempo aislada pueda volverse loca?...
—pues te diré mi peludo amigo…—dijo mientras se sentaba.—¿acaso un loco sabe que está loco?...
“En lugar de darme aliento, simplemente en la gran mayoría del tiempo Jack me hacía dudar de mi cordura”.
—Jack… cuéntame algo…—le decía a veces con la cabeza recargada en la pared.—lo que sea…
—bueno, te contaré la vez que un pajarillo se metió a mi celda…—dijo con una sonrisa en la cara.
“De cierta forma, esa frase me avivó un poco, ja, ja, pero no sabía lo que del título seguía.”
—hace años, que una pobre y desventurada criaturita entró por aquella pesadilla con barrotes llamada ventana, aquella alma libre que anteriormente surcaba los cielos fue a dar a mi reciento escondido, bajo aquella oscuridad, sobre mi mano se posó y comenzó a picotear. Yo, con mi cabeza soñolienta, y mi mirar perdida, traté de enfocar a aquella criatura, mirándole casi muriendo por el encierro, unas lágrimas por mis mejillas sucias e irritadas resbalaba, limpiando un camino de mugre a su paso, la miré, a esa pequeña cosita, mientras inocentemente me miraba, y saltaba sobre mi mano… ¡entonces una ira ciega se apoderó de mí!, y cerré mi mano como fauces de lobo hambriento, o planta carnívora, la apreté empleando ambas manos y mirándole con desdén.
—¡cosa sucia, adefesio con extremidades de libertad, cómo osas entrar a una jaula siendo libre!!!... ¡te burlas de mí, ¿no es así?!... ¡tú que puedes salir de aquí en cualquier momento, basta con alzar tus preciosas alas e irte, y mostrarme y recordarme aquello que he perdido!!!...—lo apreté fuertemente hasta matarlo, un sonido que venía de sus pulmones al asegurarlo se soltó, los ojos se le salieron, y mis manos quedaron embarradas de un jugo de pájaro.—¡eso es, ahora te burlas de mí nuevamente, con tu vida frágil, que puedes irte así por así, tan débil como para no soportar!!!... ¡me recuerdas mi terquedad y que estaré condenado a una vida de encierro!!!... ¡maldito seas adefesio con alas!!!... ¡maldito recuerdo de lo robado, de lo prohibido, ser libre que surcas los cielos ahora, cómo te envidio, cómo envidio tus alas!!!...—dejé caer al animal, y con las manos en la misma posición pero con diez cm. de separación dejé caer mi cabeza hacia atrás, y con voz terminal dije.—cómo te envidio…
“Miré a Jack por unos minutos, pero de cierta forma, no podía enojarme con él, sentía su dolor, sabía por lo que él pasó, así que sólo cerré mis ojos y dormí”.
—buenas noches Jack…—dije sin más qué, sin cuerpo en el tono.
viernes, 8 de enero de 2010
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